segunda-feira, 5 de abril de 2010




Entrevista retirada do site do CLAM:
http://www.clam.org.br/publique/cgi/cgilua.exe/sys/start.htm?infoid=6489&sid=43

El psiquiatra y psicoanalista norteamericano Jack Drescher, autor de Psychoanalytic Therapy & The Gay Man (“La Terapia Psicoanalítica y El Hombre Gay”), de 1998, y de Gay and Lesbian Parenting (“La Crianza por parte de Gays y Lesbianas”), es actualmente uno de los defensores científicos más activos de una revisión critica de las doctrinas psiquiátrica y psicoanalítica en relación a la orientación sexual.

¿Por qué la visión de la homosexualidad como una enfermedad mental predominó en la medicina occidental del siglo XX, a pesar de la existencia de visiones alternativas menos patologizantes, como las de Havelock Ellis o Freud?

La visión de la homosexualidad como “variante normal” no captó la imaginación de grandes segmentos del público americano hasta la publicación, a mediados del siglo XX, de los estudios de Kinsey, en 1948 y 1953. El defensor más influyente de la visión de la homosexualidad como patología, que apareció en Europa en el siglo XIX, fue el psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing. La obra de 1886 de Krafft-Ebing, Psychopathia Sexuales, afirma que la homosexualidad y otras expresiones de conductas sexuales no convencionales pueden ser entendidas como síntomas de “degeneración nerviosa”, esto es, como enfermedades mentales más que como el pecado del pensamiento religioso. A pesar de que la teoría de la degeneración fue científicamente desacreditada como “causa” de enfermedad mental, muchos de sus supuestos implícitos, incluyendo la creencia de que la homosexualidad es un desorden mental, aún persisten.


En el siglo XIX, al perder importancia las visiones religiosas acerca de la naturaleza, con el avance de visiones seculares y científicas comenzó un proceso de medicalización de comportamientos socialmente inaceptables, que continuaría hasta bien entrado el siglo XX. La posesión demoníaca se convertiría en “demencia”, las borracheras en “alcoholismo” y los sodomitas se convertirían en “homosexuales”. La visión normalizadora de la homosexualidad era un punto de vista distintivamente minoritario. La sociedad podía estar dispuesta a aceptar que los pecados pudieran ser reformulados como enfermedades si expertos científicos y médicos declarasen que los “homosexuales no son malos, sino que tan sólo están enfermos”. Sin embargo, considerar a la homosexualidad como “normal” era más difícil para la imaginación de la mayoría de los profesionales de la salud mental de aquella época.


Después de la muerte de Freud en 1939, una visión más patologizante se enraizó entre psicoanalistas de mediados del siglo XX, que asumieron una visión más crítica de la homosexualidad que el propio Freud. En The Psychoanalytic Theory of Male Homosexuality (“Teoría Psicoanalítica de la Homosexualidad Masculina”), Ken Lewes argumentó que en Estados Unidos, analistas migrantes de Europa compararon a la homosexualidad con los excesos del nazismo y que esta asociación fue un factor subyacente para continuar con la patologización de la homosexualidad en los EEUU. Esta visión predominó en el psicoanálisis norteamericano hasta inicio de los años ‘90, cuando la Sociedad Americana de Psicoanálisis revirtió su posición histórica sobre la homosexualidad y abrió sus institutos para docentes y candidatos abiertamente gays.


¿Cuál es el contexto científico y social para la reciente reemergencia de visiones patologizantes de la homosexualidad en Estados Unidos, después de haber sido claramente desacreditadas por el saber científico?

En 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) retiró el diagnostico de homosexualidad del Manual de Diagnóstico y Estadísticas (DSM, según la sigla en inglés). La historia de este evento fue meticulosa y profundamente presentada en Homosexuality and American Psychiatry: The Politics of Diagnosis (“Homosexualidad y Psiquiatría Americana: Las Políticas del Diagnostico”) de Ronald Bayer (1981). Sin embargo, mientras la APA y otras profesiones con bases científicas adoptaban el paradigma de las variantes normales y rechazaban las teorías de la homosexualidad como una patología, esas teorías estaban siendo adoptadas por instituciones religiosas tradicionales que históricamente condenaron a la homosexualidad.


Vale la pena resaltar que la decisión de la APA privó a instituciones religiosas, políticas, gubernamentales, militares, educativas y medios de difusión de cualquier tipo de racionalización médica o científica para la discriminación. Sin esa cobertura, tuvo lugar una aceptación social de hombres y mujeres abiertamente gays que no había tenido precedentes históricos. Ya no más enfermos ni necesitados de tratamiento, la sociedad ha adoptado términos legales y morales sobre cómo las personas gays deben vivir abiertamente sus vidas. No obstante, queda todavía por verse bajo qué condiciones podrán amar, trabajar y crear nuevas familias. Hoy estos debates morales, políticos y legales son conocidos como “guerras culturales”.


Los lados opuestos en las guerras culturales contemporáneas argumentan desde la creencia de que: o bien (1) la homosexualidad es normal y aceptable, o (2) la homosexualidad no es normal ni aceptable. La primera posición es lo que yo llamo ‘modelo de identidad normal’. La proposición subyacente es que la homosexualidad es una variación normal de la expresión humana. Esta posición rechaza las creencias históricas y culturales que representan a la homosexualidad como enfermedad o inmoralidad. La aceptación de la propia orientación homosexual normal es considerada como una cuestión distintiva de la identidad gay o lesbiana. Esta posición, además, define a los individuos con una identidad gay o lesbiana como miembros de una minoría sexual. Como miembros de una minoría, esta posición sostiene que hombres gays y lesbianas necesitan protección de la discriminación de la mayoría heterosexual.


La posición opuesta en este debate adhiere a lo que llamo el ‘modelo de comportamiento enfermo’. Uno de sus principios centrales es un fuerte rechazo al modelo de identidad normal. Esta posición considera cualquier expresión abierta de homosexualidad como patognomónica de enfermedad mental, de falla moral, o ambas. Una identidad normal no puede ser creada a partir de la enfermedad o del pecado, así como tampoco provee las bases para definir la pertenencia a un grupo (sexual) minoritario. Por lo tanto, aquellos que tienen comportamientos homosexuales no podrían ser considerados similares a las minorías raciales, étnicas o religiosas (Drescher, 2002a, 2002b).


Después de 1973, el modelo de comportamiento enfermo fue gradualmente marginalizado del mainstream de la salud mental. Sin embargo, renació cuando el argumento clínico de la homosexualidad como enfermedad se amalgamó con un mensaje social conservador y político: la homosexualidad es un “comportamiento” y no una “identidad”. Más aún, si el comportamiento homosexual puede ser cambiado en un individuo, entonces los gays no pueden ser considerados una minoría con derechos a protecciones legislativas.


¿Cuál es el rol del fundamentalismo religioso en este proceso?

Como táctica en las guerras culturales, las teorías psicoanalíticas históricas de inmadurez y patología – hoy en día descartadas por el mainstream de la salud mental – han sido adoptadas por muchos religiosos que estaban luchando para conciliar su compasión por individuos homosexuales con sus tradiciones históricas de condena, declaradamente anti-homosexuales. Este proceso llevó a algunas religiones a adoptar el imperativo moral moderno de “amar a los pecadores pero odiar al pecado.” Desde esta perspectiva religiosa contemporánea, una mujer u hombre gay no debe ser automáticamente expulsado o rechazado por su comunidad de fe. Por el contrario, son aceptados si renuncian a su homosexualidad y procuran “curarla”. Este escenario cambiante llevó a un movimiento creciente de grupos de auto ayuda para individuos que se refieren a si mismos como “ex-gays”.


En los Estados Unidos, el movimiento ex-gay ha sido politizado por grupos religiosos de la derecha política para afirmar que los gays pueden cambiar su orientación sexual con tan sólo intentarlo y, por lo tanto, no existe razón para otorgarles derechos civiles que los protejan.


Más aún, algunos terapeutas seculares, como el psicoanalista Charles Socarides (1995), estaban deseosos de hacer causa común con grupos religiosos fundamentalistas. En el comienzo de los años ‘90, al no encontrar más un público receptivo en el mainstream de la salud mental, se aliaron a líderes de estos grupos religiosos interesados en promover sus teorías actualmente desacreditadas (Drescher, 1998a). Socarides fue uno de los fundadores de la Sociedad Nacional para la Investigación y Terapia de la Homosexualidad (NARTH, por su sigla en inglés), un grupo marginal que se dice secular, pero tiene fuerte apoyo y relaciones con organizaciones conservadoras, religiosas y sociales que promueven la creencia de la NARTH sobre la homosexualidad como una condición “tratable”.


¿Cuál es la alcance concreto de las respuestas terapéuticas a la orientación sexual hoy en día?

Existen pocos datos empíricos para responder a la pregunta sobre qué se hace con los pacientes. Una reciente excepción es un estudio realizado en el Reino Unido (Bartlett et al., 2009) que interrogó a más de 1300 profesionales de varias disciplinas de la salud mental. A pesar de que sólo el 4% de los terapeutas respondieron que intentarían cambiar la orientación sexual de un paciente si les fuese solicitado hacerlo, 17% informó haber ayudado a por lo menos un paciente a reducir o cambiar sus inclinaciones homosexuales o lésbicas. La psicoterapia fue el tratamiento más comúnmente ofrecido (66%) y no se observó ninguna señal de disminución de los tratamientos en los últimos años.


Setenta y dos por ciento de los 222 (17% del total) que brindaron ese tratamiento consideraron que debería haber disponible un servicio para personas que quisieran cambiar su orientación sexual. Tanto la ansiedad como la autonomía del paciente fueron consideradas razones para la intervención; los terapeutas prestaron atención a valores religiosos, culturales y morales como causa de conflicto interno.


Los autores concluyeron que, a pesar de no haber evidencia de que este tipo de tratamiento sea efectivo y de haber evidencia que puede resultar dañino, un número significativo de profesionales británicos de la salud mental (17%) aún intenta ayudar a clientes LGB a convertirse en heterosexuales.


¿Es posible pensar modos clínicos de entender la orientación sexual que no sean ni patologizantes ni estrictamente afirmativos?

En mi libro Psychoanalytic Therapy and the Gay Man (1998) ofrezco una alternativa a la polarización de los abordajes ideológicos. Si bien es difícil resumir todos los puntos aquí, los terapeutas necesitan ser capaces de trabajar dentro de un modelo de conflicto. Por ejemplo, los psicoanalistas contemporáneos no creen que los sesgos introducidos por el propio terapeuta puedan ser fácilmente puestos de lado. Consecuentemente, ningún terapeuta podría estar alguna vez en la posición de ayudar a sus pacientes a resolver conflictos entre sus creencias religiosas y sus atracciones homosexuales de forma neutral. Los terapeutas necesitan ser honestos con relación a sus propias creencias, tanto consigo mismos como con sus pacientes. Si el paciente se encuentra en conflicto entre seguir sus creencias religiosas y actuar de acuerdo a sus inclinaciones sexuales, el rol del terapeuta es ayudar al paciente a tolerar mejor el dolor del conflicto, la ansiedad de lo incierto. Por ultimo, es la capacidad del paciente para tolerar este dolor psíquico con la asistencia del terapeuta lo que puede ayudarlo a sacar sus propias conclusiones.


¿Cuáles son los desafíos actuales para dar respuestas terapéuticas apropiadas a la orientación sexual? ¿Se encuentran los psicólogos clínicos, psiquiatras y psicoterapeutas lo suficientemente entrenados para lidiar con la complejidad de este asunto?

La respuesta es definitivamente “no”. Cuando doy conferencias y clases tanto en los Estados Unidos como en el exterior, frecuentemente pregunto a los clínicos cuántos de ellos sienten que sus estudios de grado o incluso de postgrado incluyeron información adecuada sobre cuestiones relacionadas con el género y la sexualidad. Pocos responden que sienten haber recibido instrucción adecuada en esta área, independientemente de la disciplina en la que fueron entrenados.


Esto es desafortunado, ya que la mayor parte de la gente que va al terapeuta da por sentado que está consultando a alguien con esta instrucción. Y muchos pacientes se sienten extremadamente desilusionados cuando el terapeuta, para asistirlos, usa sus limitados conocimientos y experiencias, en lugar de datos concretos.


El Grupo para el Avance de la Psiquiatría es un think tank psiquiátrico cuyo comité LGBT recientemente desarrolló un curriculum online (http://www.aglp.org/gap/) para enseñar psiquiatría a residentes y otros profesionales sobre el cuidado de pacientes lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexo. Con respecto a aquellos cuyos programas no ofrecen ningún entrenamiento formal, el curriculum se encuentra disponible de forma gratuita para cualquiera que desee aprender más.


Dado el estado actual de la cuestión, ¿cuál es la importancia del reciente Informe del Grupo de Trabajo de la APA y de las resoluciones del Consejo de las Asociaciones Psiquiátricas y Psicológicas sobre el asunto?

La Asociación Americana de Psiquiatría y la Asociación Americana de Psicología tienen fuertes posiciones de apoyo a los derechos de los gays, incluido el derecho de casarse. Sin embargo, las manifestaciones políticas no necesariamente se traducen a enfoques adecuados con relación al entrenamiento en ninguno de los dos campos. El informe reciente de la Asociación Americana de Psicología sobre Respuestas Apropiadas a la Orientación Sexual es un buen comienzo. Se puede y se necesita hacer mucho más.


En la era de Internet, el público necesita encontrar fácilmente la posición que las organizaciones profesionales están tomando con relación a las terapias de conversión. Por ejemplo, recuerdo haber participado de una conferencia en Nueva York en 2003 organizada por terapeutas judíos ortodoxos que querían aprender más acerca de las principales visiones de la salud mental sobre la homosexualidad. Un panel incluía a cuatro religiosos judíos que habían sufrido con su propia homosexualidad y que terminaron aceptando sus sentimientos.


Un joven universitario contó la historia de haberse sentido afligido por sus inclinaciones hacia personas del mismo sexo y habérselo contado a su rabino. Éste lo mandó a visitar un psiquiatra que le ofreció hacer una terapia de conversión para cambiar su orientación sexual. El hombre joven se fue a casa, buscó en Internet y encontró la posición de la Asociación Americana de Psiquiatría del 2000 sobre las terapias de conversión. Como resultado, decidió no continuar el tratamiento con el psiquiatra que le ofrecía la terapia de conversión. La parte más difícil es ayudar al público general a entender la diferencia entre lo que dice el mainstream de la salud mental y los grupos que presentan desinformación acerca de la homosexualidad.



quarta-feira, 3 de março de 2010

Uma guerreira chamada Treut.




O CCBB apresenta, com o apoio do Instituto Goethe, a retrospectiva “Guerreira das Imagens: Monika Treut”. Com a presença da cineasta em debates e sessões, a mostra exibirá todos os seus catorze filmes – a maioria inédita no Brasil e os demais só vistos no circuido dos festivais –, além da videoinstalação “Aotearoa”, sobre a cultura neozelandesa. Monika é uma cineasta que inovou a linguagem do cinema independente e seus filmes retratam pessoas que superam os papéis que as respectivas sociedades lhes atribuem: são lutas feministas, lutas sociais, lutas por identidade sexual, lutas políticas. Uma grande oportunidade para o espectador brasileiro ver Guerreira da luz, documentário de 2001 sobre Yvonne Bezerra de Mello e seu trabalho com meninos de rua do Rio de Janeiro; seu premiado Generonautas (Gendernauts); e de conferir seu último filme Fantasma (Ghosted).

Em seguida, a entrevista publicada no JB ONLINE:

A alemã Monika Treut promove mostra de seus filmes no CCBB

Carlos Helí de Almeida, Jornal do Brasil


RIO DE JANEIRO - Relegadas ao segundo plano pelo cinema comercial, as personagens femininas e suas lutas – políticas ou sexuais – têm uma defensora de respeito na cineasta alemã Monika Treut, que está no Brasil para a abertura da retrospectiva de sua obra, em cartaz a partir desta terça-feira no Centro Cultural Banco do Brasil. São 10 longas-metragens e quatro curtas que trabalham o universo feminino (ou feminista) no contexto de suas lutas do dia a dia, – representado pelo trabalho social da artista plástica carioca Yvonne Bezerra de Mello, protagonista do documentário Guerreira da luz (2001), ou na tragédia envolvendo uma videoartista alemã e sua amante taiwanesa de Fantasmas (2009). Lésbica assumida, Monika viaja pelo mundo fazendo filmes que devolvem à mulher seu real lugar no cinema independente.

– Eu me identifico com a comunidade do cinema independente queer (homossexual). Nós, de certa forma, estamos construindo uma globalizada de baixo para cima, onde pessoas reais e artistas de diferentes culturas se encontram e trabalhar juntos para entender nossas diferenças e semelhanças – explica a diretora de 55 anos em entrevista ao Jornal do Brasil.

Qual o significado para a senhora dessa retrospectiva no Brasil?

É uma felicidade para mim, uma grande honra ter meus filmes exibidos no Centro Cultural Banco do Brasil do Rio de de São Paulo. Como trabalhei no Brasil mais de uma década atrás, fiz muitos bons amigos no país, é como se fosse uma minha segunda casa. Tenho grande respeito por meus colegas brasileiros e sempre que posso os acompanho no circuito de festivais internacionais.

Em que circunstâncias conheceu o trabalho de Yvonne Bezerra de Mello?

Conheci Yvonne por intermédio de uma amiga comum, uma jornalista, quando morei em Nova York. Essa amiga insistia para que eu conhecesse a Yvonne e arranjou um modo de nos encontrarmos. Quando isso finalmente aconteceu, passamos um dia inteiro conversando. Para minha sorte, logo depois fui convidada para participar do Festival Mix Brasil e então pude conhecer o trabalho de Yvonne na favela da Maré, as crianças atendidas pelo projeto, as pessoas que a ajudavam, seus amigos e familiares. O projeto Uerê, que ela dirige, me tocou profundamente, o que só aumentou o meu respeito por sua coragem e sua força e pelo método que ela desenvolveu para trabalhar com crianças carentes. Então escrevi o roteiro para o documentário e consegui recursos para o projeto com a ajuda de um fundo para cinema e uma TV alemães.

A senhora já sofreu preconceito por ser abertamente uma cineasta lésbica?

Ah, sim, já fui várias vezes vítima de rejeição e reações desagradáveis por causa disso. Certa vez, quando eu dava aula de cinema em um colégio só de meninas em um estado do Sul dos EUA, um grupo de cristãos fundamentalistas montou um protesto contra mim na porta da instituição. Eles seguraram cartazes que diziam coisas do tipo: “Projetam nossa comunidade!”, ou “Lesbianismo não é normal!”. Também ligaram para o colégio e exigiram que eu fosse mandada de volta para a Alemanha, porque temiam que eu fosse uma má influência para as estudantes.

O que a fez se especializar em filmes sobre a sexualidade feminina e mulheres marginalizadas?

Quando comecei a fazer filmes, no início dos anos 80, não havia muitas histórias sobre mulheres fortes. A maioria dos personagens femininos dos filmes produzidos na época eram mostradas como criaturas sofredoras. Frequentemente, elas eram mostradas como vítimas ou coadjuvantes em filmes de ação masculinos. Sentia falta de mulheres fortes no cinema. Fiquei feliz pela oportunidade que tive de poder fazer filmes sobre mulheres fortes, interessantes e incomuns.

A retrospectiva inclui seu filme mais recente, Ghosted. O que a senhora pode dizer sobre esse filme, rodado na Alemanha e em Taiwan?

É uma tentativa de construir uma ponte entre a Europa e a Ásia, usando a morte como tema. Na Alemanha, assim como na Inglaterra, desenvolvemos a tradição de contar histórias góticas sobre pessoas amadas que morreram. Basta lembrar de Edgar Allen Poe ou os romancistas alemães E.T. A Hoffman e Tieck, entre outros. A figura da pessoa amada que voltava dos mortes para assombrar os vivos era uma obsessão para eles. Histórias de fantasmas também são uma tradição na Ásia, particularmente em Taiwan. É uma forma de lidar com a perda da pessoa amada. Também perdi um amigo próximo recentemente e escrevi esse roteiro como uma tentativa de trabalhar com esses sentimentos tristes. Já tinha feito dois filmes em Taiwan antes e fiz grandes amigos por lá. Então, dessa vez foi possível fazer a primeira coprodução oficial entre os dois países, com atores e equipe técnica dos dois continentes.

Ainda se identifica com a cena independente alemã?

Cresci à sobra do chamado Novo Cinema Alemão dos anos 70, assistindo a filmes de Fassbinder, Herzog, Wenders e Schroeder. Tiveram grande impacto em minha formação. Quando passei a fazer filmes, nos anos 80, eu me tornei meio nômade, filmando nos Estados Unidos, México, Brasil e, às vezes, na Ásia. Então, não me considero muito próximo da minha própria cultura (cinematográfica), me identifico mais com a comunidade do cinema internacional do independente queer. Nós, de certa forma, estamos construindo uma globalizada de baixo para cima, na qual pessoas reais e artistas de diferentes culturas se encontram e trabalhar juntos para entender nossas diferenças e semelhanças.


.19:19 - 01/03/2010

Me pergunto: até que ponto a fragilidade não é uma força? Outro dia, um amigo me fez essa colocação: "Hoje todos tem medo de se mostrar frágil. Qual o problema de você se assumir dependente do outro?". Achei uma boa problematização...As mulheres lutando por "força" me parece estarem na mesma lógica masculina dominante, não? De qq jeito, não pretendo perder a mostra!

SERVIÇO

Data: De 02 a 14 de março
Local: Cinema 1 Rua Primeiro de Março, 66 - Centro
Bilheteria/Informações: Terça a domingo, das 10h às 21h Telefone: (21) 3808-2007
Classificação: Livre

CCBB São Paulo: 10 a 21 de março
Debate dia 13 de março, sábado, com Monika Treut, Suzy Capó (diretora do Mix Brasil) e Roberto Moreira (cineasta)

segunda-feira, 11 de janeiro de 2010

Escola Jovem LGBT?!

"Cultura LGBT é a cultura que enfrenta não a cultura heterossexual, mas a cultura heteronormativa, isto é, a cultura que esmaga toda manifestação de diversidade sexual na sociedade", diz Deco Ribeiro, ativista escolhido como diretor da Escola Jovem LGBT, um projeto do Estado de São Paulo e do Ministério da Cultura que terá início em março deste ano.

Uma "escola gay"? Não estaríamos fragmentando o que na verdade deveria ser socializado? Por que não incluir o tema no currículo de todas as escolas?

leia a reportagem completa em:
http://acapa.virgula.uol.com.br/site/noticia.asp?codigo=10048&target=_self&titulo=%2522A+educa%25E7%25E3o+%25E9+essencial+na+luta+contra+homofobia%2522%252C+diz+diretor+da+Escola+Jovem+LGBT

segunda-feira, 28 de dezembro de 2009

Elas não são gays?!




A reportagem a seguir, enviada por um amigo de sampa, JP, chamou minha atenção. Trata-se de um casal de mulheres de Blumenau, psicanalistas e professoras universitárias, que conseguiram o registro dos gêmeos, filhos biológicos de uma delas, no nome de ambas. As professoras são casadas e não se consideram homossexuais, pois ambas assumem diferentes "posições" no relacionamento, uma é masculina e a outra, feminina. Vale a pena ler...


Michele e Carla são casadas, têm filhos, mas afirmam não ser homossexuais.

Quando conhecem alguém, Michele Kamers e Carla Cumiotto fazem questão de se apresentar sem deixar nada por dizer: “Somos casadas, fizemos inseminação artificial em São Paulo e temos dois filhos”. Elas preocupam-se em deixar tudo claro por acreditar que são as dúvidas e sombras que alimentam maledicências e preconceitos. E, como formaram uma família diferente do padrão convencional, querem que seu casal de filhos cresça numa sociedade preparada para recebê-los. Conheci essas mulheres extraordinárias dias atrás, quando as procurei com a proposta de contar sua história. O resultado desse encontro é a reportagem "A primeira nova família brasileira", publicada na atual edição de ÉPOCA.

Michele e Carla conquistaram na Justiça o direito de registrar seus gêmeos, de 2 anos, no nome de ambas. Até agora só tinham o sobrenome de Carla, a mãe biológica. Michele não aceitava a ideia de ter de entrar com um pedido de adoção. Ela desejou esses filhos, acompanhou o processo de inseminação, via banco de esperma, esteve ao lado de Carla durante toda a gestação e no parto por cesariana, e cria junto com Carla os dois filhos na casa que ambas compraram. “Eu não poderia adotar meus próprios filhos”, diz. “Eles nasceram do meu desejo, tanto quanto do de Carla.”

É a primeira vez que a Justiça brasileira reconhece um vínculo exclusivamente afetivo, simbólico, como parental. Não há nenhum traço biológico ligando os gêmeos a Michele. Mas ninguém que conhece a família, assim como o juiz Cairo Roberto Rodrigues Madruga, da 8ª Vara de Família de Porto Alegre, tem qualquer dúvida sobre o fato de eles serem tão filhos de Michele quanto são de Carla. A surpresa é que uma das maiores vitórias na área dos direitos dos LGBTTTS é de um casal de mulheres que afirma não ser homossexual – não por preconceito, mas porque acreditam que a questão é mais complexa do que parece. A sigla, cada vez maior porque há sempre uma nova diferenciação a incluir, significa Lésbicas, Gays, Bissexuais, Travestis, Transexuais, Trangêneros e Simpatizantes.
Quando Carla e Michele disseram-me que não se identificavam como homossexuais, meu primeiro sentimento foi de estranhamento. Até então eu me considerava heterossexual – uma definição que identifica pessoas que costumam viver suas histórias de amor com o sexo oposto, mas que raramente é usada porque ninguém precisa ficar afirmando algo que é o convencional – e, principalmente, que é aceito. E homossexual era todo aquele que vivia relações afetivas e sexuais com o mesmo sexo. Simples assim.

Pelos amigos gays e por algumas reportagens que gostaria de ter feito, sempre soube que os arranjos eram muito mais complexos e interessantes do que isso. E que, ao reduzir a diferença a uma palavra ou mais palavras fechadas em seu significado, perde-se de vista um universo pleno de nuances. E nós, ditos heterossexuais, também somos reduzidos a algo que parece muito óbvio – e que de fato não é, ou pelo menos espera-se que não seja. Mas nunca fui provocada a pensar tanto assim no assunto.

Ao entrevistar o casal em sua casa, em Blumenau (SC), seus argumentos me levaram a uma série de novas questões. Ao final do primeiro dia, eu e o fotógrafo Marcelo Min pedimos uma garrafa de vinho, no hotel, e ficamos conversando sobre as tantas perguntas inusitadas que a reportagem nos provocava. Esse é sempre o melhor cenário para um repórter e para um fotógrafo que amam o que fazem: quando a pauta se mostra muito mais complexa do que parecia e nos desafia, também do ponto de vista pessoal, a indagações inéditas. Acredito que uma reportagem só acontece quando repórteres e personagens se transformam nesse encontro. E espero ter colocado nelas quase tantas pulgas quanto elas me colocaram.

Carla e Michele são psicanalistas, professoras universitárias, que pensam bem e têm um ótimo senso de humor. Formam um casal mais tradicional do que a maioria dos casais convencionais que eu conheço. Cada uma delas tem uma papel bem definido na relação: Michele ocupa a posição masculina e Carla a feminina – entendendo tanto o feminino quanto o masculino nas definições tradicionais inscritas na cultura. Carla sempre namorou homens – masculinos – e Michele é a primeira mulher de sua vida. “Não posso me identificar como homossexual porque sou atraída pela posição oposta”, diz Carla. “Gosto de homens e mulheres masculinos. Jamais beijaria uma mulher ou um homem feminino.” Na rua, Carla segue olhando para homens e, em geral, observa uma mulher quando se interessa por seus sapatos, bolsas ou roupas.

Michele namorou gente de ambos os sexos durante a adolescência, mas acabou fixando-se em mulheres femininas na vida adulta. Quando viu Carla, sua professora no curso de Psicologia, encantou-se pelo vestido justo, de um ombro só, e pelas unhas vermelhas. Ela mesma está bem longe do que seria o esterótipo de uma mulher masculina. Michele é bonita, veste-se com estilo, inclusive usando vestidos justos nas festas, usa brincos, colares e maquiagem, tem luzes no cabelo pelos ombros. Mas, por um sentimento intangível, qualquer um que se aproxima dela sabe que ela é masculina, mas não no sentido de se parecer a um homem, mas masculina como só uma mulher pode ser.

E, para ciúmes de Carla, que descobriu-se com a novidade de um marido circulando predominantemente entre mulheres, Michele mesmo sem querer desperta paixonites entre garotas homo ou heterossexuais. Mas também não consegue ver-se como homossexual. “Hoje existem diversos modos de ser mulher, inclusive ser mulher e ter uma posição masculina. Do mesmo modo que é possível ser um homem na posição feminina. Não é preciso cortar o pênis para ter um lugar social. Muita gente, ao mudar de sexo, está resolvendo na anatomia uma questão psíquica, uma questão de reconhecer-se no corpo que se tem”, diz. “Acho que uma mulher precisa ser muito mulher no sentido de não ter medo de ser confundida com um homem. Me vejo como uma mulher masculina que gosta de mulheres femininas.”

Carla e Michele não frequentam guetos gays, como bares, restaurantes e danceterias. A maioria de seus amigos poderia ser identificada como heterossexual. “Todo o gueto – e não apenas o homossexual – visa excluir a diferença. Seja ele ideológico, religioso, racial ou sexual”, diz Michele. “E nós acreditamos que é o confronto com as diferenças que nos faz avançar, que nos apresenta novas possibilidades de existir, que nos permite a invenção de uma vida melhor. Nas ocasiões em que tentaram eliminar as diferenças, determinar que só existia uma forma de viver, foi muito triste, como no nazismo e no fascismo.”

Como a questão de ser ou não homossexual tangenciou as cinco horas de entrevista, Carla e Michele ainda me enviaram um email, com o objetivo de clarear sua posição. É Carla que escreve primeiro: “Não nos reconhecemos como homossexual justamente por que, ao se apresentar como ‘homossexual’ nos parece que o sujeito reduz e condensa o conjunto de traços identificatórios que o define a apenas um: ‘o homossexual’. Ou seja, como se a partir desse momento deixasse de ter nome próprio, de ser filho, de ter uma profissão, de ter uma identidade de homem ou mulher. Somos mulheres e entendemos que, na vida, se é homem ou mulher. Para depois, a partir das determinações discursivas da época em que se vive, assim como a partir das marcas infantis, e assim como dos ‘bons encontros’ na vida, cada um vai se referenciando a partir do masculino ou do feminino enquanto posição psíquica. E isso vai determinar seu jeito de amar, de namorar, de fazer laço, etc. Por exemplo: No primeiro dia em que ficamos, quando fui tocar o corpo da Michele, me surpreendi que não tinha um pênis. Isso é só para te inspirar e te dar um exemplo de que o quanto o conhecimento da anatomia e da realidade é menos determinante que a dimensão do simbólico enquanto representação. Isso é para brincar um pouco do quanto existem mil e um ordenadores e arranjos possíveis no campo da sexualidade e, principalmente, uma infinidade de arranjos possíveis para um casal”.

O texto continua, desta vez escrito por Michele. “Gostaríamos de deixar uma interrogação: o que é apresentar alguém como homossexual, na medida em que nunca vimos alguém se apresentar como heterossexual? Ou ainda, como poderíamos aceitar essa representação se a idéia do homossexual faz alusão à atração pelo mesmo sexo, se o encontro entre mim e Carla diz justamente da atração pela diferença de posição? Ou seria o estereótipo ‘homossexual’ uma forma de anular a reflexão e de manter a ilusão de que não temos ‘nada’ comum para fazer laço?”.

Considerei as questões colocadas por elas tão interessantes que quis trazê-las para essa coluna. Tudo o que nos provoca a pensar sempre nos faz avançar. Concordar ou discordar não é o mais importante. Acho que as pessoas dão valor demais ao “concordo” ou “discordo” – e assim perdem ótimas oportunidades de aprimorar sua reflexão porque sentem-se ameaçadas quando algo abala suas convicções. Provocações intelectuais valem a pena porque nos fazem refletir para além do que pensávamos antes – e tornam possível chegar a questões que também superam as iniciais. Valem a pena porque nos fazem duvidar de nossas certezas. E esse é um excelente exercício para nos tornarmos pessoas melhores, que pensam mais e melhor e conjugam a tolerância. Se o método servir para alguém, sempre que algo me parece muito novo ou mesmo absurdo, eu faço um exercício que começa por um silencioso, mas nem por isso menos sonoro: “Será?”.

É necessário ressaltar que a denominação homossexual e seus derivativos foram usadas por muito tempo para discriminar. Até pouco tempo o “homossexualismo” era considerado uma patologia, um desvio. E há quem ainda defenda essa teoria. Por outro lado, com imensa coragem e obstinação, o movimento gay conseguiu transformar uma definição que era pejorativa em ação afirmativa, fundamental para a conquista de direitos. Foi preciso afirmar a diferença para conquistar o direito de existir. Fechar-se em guetos se impôs como um espaço de proteção diante de uma sociedade preconceituosa – e uma estratégia para encaminhar as questões legais com maior poder de pressão. Hoje, o próprio desdobramento da sigla LGBTTTS, que não para de aumentar em função de novas definições, mostra um caminho de abertura. O trinômio GLS (gay, lésbicas e simpatizantes) não abarca mais todas as diferenças. E possivelmente teremos uma sociedade melhor quando as diferenças não precisarem mais ser explicitadas numa sigla.

É por esse caminho que me parecem ir Carla e Michele. Elas não ocultam nenhum elemento de sua condição. Pelo contrário, apresentam-se com uma transparência pouco vista, mesmo em militantes da causa. É preciso observar ainda que elas não circulam por guetos, mas na universidade, na escola dos filhos, nos restaurantes da cidade, no clube, nos próprios consultórios. E não em São Paulo, uma cidade que pelo tamanho permite a vivência de todos os arranjos – mas em Blumenau, uma cidade de porte médio, conservadora, com população predominantemente de origem alemã.

Ao escutar a argumentação de Carla e Michele, fiz várias indagações sobre minha vida e analisei meus arranjos amorosos em retrospectiva. Provavelmente eu nunca lidaria bem com um parceiro com uma posição masculina tão determinada. Percebo que tenho muito forte em mim as duas posições – e as alterno nos jogos amorosos e sexuais. Homens muito masculinos ou femininos demais acabam por me desinteressar. Sou atraída por gente que mistura, me fascino pelas nuances. E provavelmente por isso meu casamento tenha sobrevivido não às pequenas, mas a pelo menos uma grande crise.

Gosto, numa história de amor, da liberdade de ser uma coisa e outra. E, embora já tenha me sentido atraída por mulheres – femininas e masculinas –, nunca aconteceu. O que não significa que não acontecerá. E me exponho aqui em reciprocidade à exposição dessas duas mulheres, que entenderam que tinham a responsabilidade ética de se mostrar, para que outros brasileiros pudessem refletir sobre uma questão tão importante. Não acho que meu jeito é melhor que o de ninguém – nem que o de Michele e Carla sejam melhores ou piores que todos os outros possíveis. Acredito apenas, por tudo que vi, ouvi e senti, que elas formam um casal interessante e criaram uma família bonita.

Saí dessa experiência de reportagem com apenas uma convicção pessoal. Não sou heterossexual. Não porque pretenda começar a namorar mulheres, mas porque cheguei a conclusão de que essa definição diz muito pouco sobre a complexidade do que somos. Está na hora de criar nomes mais fluidos, acho eu. Se alguém me perguntar se sou homo ou hetero, vou dizer: “Sou uma mulher às vezes masculina, às vezes feminina, que gosta de homens às vezes femininos, às vezes masculinos”. É mais complicado, sem dúvida. Mas é bem mais estimulante. E libertador.

Eliane Brum - Revista EPOCA

domingo, 29 de novembro de 2009

Woman in Art

"La vidéo "Women in Art", réalisée par Philip Scott Johnson, est une hymne impressionnante consacrée à l'histoire de l'art à travers l'image de la femme."

fonte: http://www.artgallery.lu/digitalart/women_in_art.html

sexta-feira, 23 de outubro de 2009

"Mudança de sexo: Cirurgia em debate na web"

"A Sala de Convidados, do Canal Saúde / Fiocruz, amplia o debate sobre a cirurgia de transgenitalização pelo Sistema Único de Saúde (SUS), sexta-feira (23), às 13h. Muito mais que mudança de sexo, o procedimento envolve quebras de paradigmas para o paciente e para a sociedade. Um exemplo é o direito de alterar a certidão de nascimento.

A equipe de reportagem do Canal Saúde foi ao Hospital Universitário Pedro Ernesto, no Rio de Janeiro, para acompanhar como está o atendimento. Lá, são realizadas duas cirurgias por mês.

Interativo – No programa Sala de Convidados, o público participa ao vivo pela WEB www.canalsaude.fiocruz.br, no chat, ou assistindo pela NBR e ligando 0800 701 8122. Se preferir, antecipe a participação pelo canal@fiocruz.br

Convidados – para discutir o tema com telespectadores e internautas estarão no estúdio a coordenadora da área de Saúde da Mulher, do Ministério da Saúde, Lena Peres; a pesquisadora do Instituto de Medicina Social da Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Márcia Arán; e a consultora em Direitos Humanos da Aracê – Mobilização Social em Direitos Humanos, Feminismos e Transexualidade. O programa vai contar com a presença de um cirurgião para esclarecer dúvidas a respeito dos procedimentos médicos. A cirurgia de transgenitalização é de alta complexidade, chegando a durar até sete horas.

Identidade – Na semana passada (15/10), a Terceira Turma do Superior Tribunal de Justiça (STJ) decidiu por unanimidade que o transexual tem o direito, se assim pretender, de alterar sua certidão de nascimento, com relação a nome e gênero, após ter realizado, no Brasil, a cirurgia de transgenitalização.
O STJ acatou o recurso de um transexual chamado Clauderson – que pretendia adotar o nome de Patrícia – contra decisão do Tribunal de Justiça de São Paulo pela qual no registro civil “prevaleceria a regra geral da imutabilidade dos dados, nome, prenome, sexo, filiação etc”. O TJ-SP sustentava que a afirmação dos sexos (feminino ou masculino) não obedece a aparência, mas a realidade espelhada no nascimento, que não poderia ser alterada artificialmente. A defesa do transexual, por sua vez, alegava que a aparência de mulher, por contrastar com o nome e o registro de homem, causava-lhe diversos constrangimentos sociais, além de abalos emocionais e existenciais.
No julgamento, prevaleceu o voto da relatora do recurso, ministra Nancy Andrighi, para quem não faz sentido o Brasil permitir cirurgia no Sistema Único de Saúde (SUS) e não liberar a modificação no registro civil. Para a ministra, “há um conjunto de fatores sociais e psicológicos que devem ser considerados” para que o indivíduo que passou pela cirurgia tenha uma vida digna. A ministra lembrou ainda que a troca do registro já é prática permitida em diversos países (Agência Brasil).

Onde ver – Para saber como assistir a NBR na sua cidade ou obter mais informações sobre a NBR, acesse http://www.ebcservicos.ebc.com.br/veiculos/nbr Para assistir no site do Canal Saúde, acesse, clique na TV com a inscrição “ao vivo” e participe a partir do chat associado à transmissão. Se preferir, antecipe suas perguntas: canal@fiocruz.br. A Sala de Convidados é apresentado por Renato Farias."


Publicado em: 21 outubro, 2009 por Reportagem


fonte: http://www.redenoticia.com.br/noticia/?p=14747